viernes, abril 23, 2010

EL MËDICO

Estábamos cenando, suena el teléfono, es para ti mamá….atiendo y para mi sorpresa era el psiquíatra que había conocido hace poco tiempo, que necesitaba hablar urgentemente conmigo……………….le hice ver que no podía……………….estaba ocupada. Insistió, le dije lo extraño de la situación, pero vería lo que haría, yo le devolvería la llamada. Hablé con Nicolás, se molestó……¿domingo y a la hora de la cena? No, no vaya. Yo insistí…………………..la verdad era que me moría de curiosidad. Felipe me acompañara le dije poniendo ojos de suplica a Nicolás y de pasada a Felipe, quien a sus cortos 12 años apoyaba a su madre en todo. Después de varios tiras y afloja decidí ir acompañada de Felipe…nos abrigamos y partimos… Nos bajamos del taxi, el frío nos golpeo en la cara como el filo de una cuchilla. No podía imaginarme que querría ese hombre, que yo apenas conocía Me dijo que necesitaba hablar conmigo sobre los problemas de salud que yo tenía, y él podía ayudarme. Eso fue lo que finalmente me convenció.

Era un edificio alto, ubicado en el barrio Brasil, barrio antiguo, emergente, de moda y en que las inmobiliarias se han hecho la América.

No recuerdo que piso era, nos hizo pasar, nos saludó fríamente y empezó a hablar con Felipe sobre juegos de computación, lo sentí algo molesto. Mientras hablaba con mi hijo, lo observé con atención, era un hombre de estatura baja, trigueño y si bien no era mal parecido, había algo en él que me provocaba rechazo. De pronto comenzó a pasearse, me pareció intranquilo, como dudoso. Finalmente, dejó a Felipe jugando en el PC y me hizo pasar a la habitación contigua oscura o mejor dicho en penumbras., previo a sacarme los zapatos. Un fuerte olor a incienso dominaba el ambiente, al pasar cerca de mí, me dijo porque no viniste sola. Yo riéndome le dije que era mi guardaespaldas.

Una vez dentro del dormitorio me percaté que había colchones envés de camas. Me dijo que me sentara y él se puso frente a mi. Me hizo abrir la boca y a hacer sonidos, luego me dijo que me tendiera en uno de los colchones, me pidió que cerrara los ojos y empezó a darme masajes en el abdomen,, intentó colocar su mano bajo mi pantalón, noté que quería llegar más abajo, hacia mi pubis, yo apreté con fuerza, de modo que no lo logró..Después me dio masajes en el cuello y de pronto siento su pelo en mi cara. A esas alturas, ya me había dado cuenta de su intensión y no quería que mi hijo se percatara de lo que estaba sucediendo. Intentó meter su lengua en mi boca, apreté los dientes y me incorpore manifestándole mi molestia, que me había engañado y yo no había ido a eso. Él balbuceo algo ininteligible, lo único que alcancé a captar era que estaba equivocada, todo esto mientras me ponía los zapatos y salía raudamente de la habitación. Tomé la mano de Felipe, su parka, le dije que se despidiera y volamos hacia el ascensor..

Una vez en la calle, me sentí más tranquila. Felipe me comentó que había encontrado desagradable al doctor……si, yo también.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Erika
Me encanto, muy entretenida tu forma de relatar, eres una escritora en potencia FELICITACIONES!!

Irene Tapias dijo...

Sigue cultivando tu narrativa, lo haces bien.

Gabriel Bunster dijo...

Guau; esto más me parece el relato de un hecho verídico. Que fuerte Erika. Buen manejo, en todo caso, el tuyo.
Te felicito. La próxima vez pones su nombre.